domingo, 16 de enero de 2011

JOSE FUENTES, TORERO HASTA EN EL ANDAR


Joaquinillo mozo de espadas del personaje de la foto, decía de él, que fue el más escrupuloso que ha visto vestirse de torero, y mira que Joaquinillo estuvo con Pepín Martín Vázquez y Arruza. Fue aclamado y denostado a la vez. Unos decían que era elegante y fino, otros que era frío y abusaba de pico. Con todo, José Fuentes es para muchos un torero de culto, para iniciados, de los que no te deja indiferente. Torero hasta en el andar, ahora que eso ya no se estila.
Con una carrera de novillero meteórica, en la que destacan su presentación en Barcelona que fue un bombazo y la tarde del 24 de junio de 1964, en la que se queda sólo por baja de Vicente Punzón con seis novillos de Escudero Calvo en Aranjuez, cortando 7 orejas.
Toma la alternativa con ambiente de figura el 18 de abril de 1965 en Málaga, de manos de Antonio Ordóñez que reapareció para dársela y que se la confirmó el 18 de mayo con Pablo Romero. En ese mismo año inmortaliza en Barcelona a un toro del Vizconde de Garcigrande al que le corta el rabo. Existe un cuadro de esa tarde donde está toreando por naturales con el sombrero de El Pipo en la mano derecha.


“Esa fue una de las faenas más importantes de mi vida. El toro fue bravísimo, y había que tener unas condiciones muy especiales como torero para estar a su altura. Pero hubo feeling entre los dos. Un rotundo entendimiento. Fue una sinfonía maravillosa. Uno sueña con eso, con llegar a conjuntar tu sentimiento de artista con la embestida de un toro. Recuerdo que me miraba como diciendo no te equivoques que sé donde estás. Los toros tienen un lenguaje, sabes, y puedes dialogar con ellos. Un torero se comunica con la mente y con los engaños. Los toros son extremadamente sensibles y si le das ritmo y sosiego lo cogen. Pero eso depende del sentido del temple de cada uno. Y el temple es innato. No se aprende”.
Se casa con la hija de su descubridor y apoderado “El Pipo”, gana mucho dinero, hasta el punto que un día en el campo, a un incipiente ganadero llamado Victorino Martín, le presta un millón de la época para que siga comprando vacas de lo de Escudero. En el 1966 corta 2 orejas y rabo en el Puerto de Santa María y mata en Linares mano a mano con el Pireo la de Miura cortándole 6 orejas y 3 rabos. El 18 de mayo de 1967, en la tarde de Confirmación de Paquirri junto con Camino antes de coger la muleta empezaron a meterse con él por el pico. “Así que, harto de tanta protesta, me fui derecho a la barrera, pedí la puntilla y a la vista de todos corté el pico de la muleta. Para callar bocas. Pero resulta que al volver a la cara del toro el tío de las voces seguía protestando. Ese era el ambiente. Menos mal que la afición terminó echándolo de la plaza. Llamaron a la Policía y se acabó el tema. A ese toro le corté una oreja. Tú dime ahora que torero no mete el pico. A veces (ironiza) pienso que debería cobrar una patente”.


En el 1968 le corta un rabo a “Ventero” de César Moreno en Pamplona y en 1969 triunfa en Valencia, pero paralelamente aparecen motivos personales que le hacen perder el puesto de privilegio que ocupaba y que tienen su reflejo en los duros percances que tuvo. “Aunque no he sufrido muchos, han sido muy graves. Sobre todo el de Huesca, en 1975, un toro de Louro Fernández de Castro me pegó una cornada en el cuello cuando intentaba sacar la espada de matar con el descabello. Con la agonía de la muerte me cogió por los machos y me lanzó al aire. Me hirió en el suelo. La cornada me afectó el nervio facial y me dejó el lado izquierdo de la cara paralizado”. Meses antes en la corrida de la prensa de Madrid, le había cortado una oreja a una corrida de Victorino, junto con Paula y Márquez. Se retira el 12 de octubre de 1977 con un balance de 11 orejas cortadas en Madrid, palmares que muchos de los actuales G-7 no alcanzarán en su vida.
Reaparece en 1979 con renovadas fuerzas que se traducen, en su ansiada salida por la puerta grande de las Ventas el 12 de octubre de 1981, a la que le sucede la mágica sinfonía de la tarde de Granada. Todo hace presagiar que José Fuentes está totalmente recuperado, tanto en lo físico como en lo anímico. Pero el destino es otra vez sanguinario con él y en Barcelona en 1982, cuando ya lo apoderaba Emilio Miranda, andándole para atrás a un toro que además no era suyo, tuvo la mala fortuna de pisar una almohadilla que había tirado un espectador al ruedo, perdió el equilibrio y cayó de espaldas en la cara del toro, el cual clavó los pitones en la arena y dio una vuelta de campana cayendo encima de él, con sus más de quinientos kilos, fracturándole varias vértebras y quedándose medio paralítico durante cuatro años. La rehabilitación fue dura, larga y dolorosa, hasta que el doctor Bordan le operó a vida o muerte. Salió adelante, es cierto, pero le dejó unas secuelas que ya siempre le limitarían en la cara del toro hasta su retirada total de los ruedos.


“Tengo un amigo gitano en Linares que dice que es vidual, en vez de individual. Pues yo lo mismo. Soy vidual, como él. Me considero una persona muy independiente y no me gusta que nada ni nadie me condicione”.
José Fuentes, torero.

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